Redacción Noticias 6 junio, 2021

Por: Daniel Bregua

Mucho ruido una vez más, alrededor de mis editoriales en una red social. 

En este caso hablamos de la pauta publicitaria que el Municipio de Gral. Alvarado pagó a medios locales dentro del concepto general destinado a dicho rubro. 

Durante el ejercicio 2020, se destinaron $3.489.905,48 en el ítem “Publicidad y Propaganda”, destinándose a medios locales (en muchos casos a comunicadores locales, lo cual es de dudosa legalidad) $2.394.640.

Sorprenden no solo los montos, sino su discriminación. El sentido común indica que los recursos deberían destinarse a realizar campañas de información y esclarecimiento en torno al Covid 19 o en su defecto y pese a la actual situación, enfocarse en difundir a nuestro distrito y sus bondades y no destinarlos a medios y comunicadores de dudosa o nula capacidad, pero que todos sabemos, realizan la propaganda oficial desde hace más de una década.

Solamente entre dos comunicadores, facturaron al municipio un total de $1.248.000, de los cuales percibieron efectivamente durante el ejercicio 2020, $1.211.000. y en la rendición se da cuenta que aún se les debe dinero para el ejercicio vigente. 

Hay que dejar en claro, que estas cifras son ANUALES. (remarco, subrayo) 

Si dividimos los montos efectivamente percibidos, uno cobró (redondeando) poco menos de $65.000 mensuales y el otro, $39.000

Luego con cifras menores, encontramos al resto de los comunicadores del distrito. En Cte. N. Otamendi, una persona facturó $237.764 de los cuales efectivamente percibió $215.034 y se le adeuda un saldo de $81.018 pues se arrastra deuda con él del ejercicio 2019. (pasa con casi todos) y otra (de la cual me dicen que ya no tiene su medio) facturó $108.000.

Un medio de Miramar facturó $225.000 de los cuales percibió $ 210.000. 

También, entre las situaciones que llaman la atención, aparece un balneario con $226.063 de los cuales percibió $ 177.851,50 y se le adeudan para este ejercicio, $90.000. ¿Estas sumas se contrataron de cara a la temporada o incluyen todo el año? ¿Qué se hizo allí? Es un balneario muy alejado del centro que se ha puesto “de moda”, hace poco tiempo. 

Llegado hasta aquí, me remito al título de la nota. No me interesa el “escrache”. Odio hasta el sonido de la palabra. El tema es que, mientras los empleados municipales cobran sueldos de pobreza e indigencia, mientras el personal de salud arriesgaba su vida por sueldos de $24.000 o menos (los médicos de $40 a 50.000) y protestaban en las calles pidiendo equipamiento de bioseguridad y sueldos dignos, algunos comunicadores percibían por mes, dos o tres veces el sueldo de los profesionales que enfrentaban diariamente a la muerte. (En el caso del personal de enfermería, por ejemplo) 

¿Cómo se entiende? ¿Cómo se justifica? 

Sí, es inmoral que un comunicador le de aire o micrófono a algún manifestante de los mencionados o recientemente a los artistas y agentes de nuestra cultura, ponga cara de circunstancia diciendo “¡Qué barbaridad!” a sabiendas que tenía un cheque en su bolsillo por mucho más de lo que la persona angustiada reclamaba y tenía frente a sí. (Y encima, esas personas les dan las gracias, “por darles espacio”)

Pero estos comunicadores no son la enfermedad. Son la manifestación de la enfermedad. 

El problema es el manejo de los fondos públicos, el destino que se les da, la inmoralidad que se detecta, la injusticia, la prebenda, el doble discurso.

Llevamos más de un año de devastación y encierro, 91 muertos hasta el momento de redactar esta nota, hambruna y desempleo generalizado en el distrito. Atraso, marginalidad, aumento de la inseguridad y el narcotráfico. Fuerzas de Seguridad y vecinos sin vacunar, infraestructura insuficiente y en ruinas, falta de servicios y respuesta al vecino y… ¿gastamos así el escaso dinero que todavía se recauda? ¿El que con mucho esfuerzo aportan cada vez menos Contribuyentes?  

Cuando comencé a dar una pauta sobre este tema, invariablemente como me ha ocurrido a lo largo de los años, se me clasificó de:

  1. Otro corrupto que habla fuerte para que “lo unten” a él también.
  2. “Quiere acomodarse o acomodar a su hijo”
  3. Es un tonto, (en realidad usan un epíteto más grueso) que no aprende más y hace el trabajo sucio de los políticos de la oposición.

Obviamente, nada de eso, pero cada cual es libre de pensar lo que le parezca. 

El discurso de este último período de mi vida es recurrente: Es hora de hacernos cargo de las decisiones que tomamos como sociedad. Es hora de interpelar a aquellos en quienes depositamos nuestro voto y confianza. Es hora de no delegar más, ni convertir (ni dejar que se convierta) a nadie en “patrón de estancia”. Es hora de practicar aquello que declamamos en las redes. 

Ser, no parecer. 

El final es para la oposición. Todos los concejales tienen en sus manos la misma rendición de cuentas a la que accedí (la pedí, nadie me la ofreció) NI UNO SOLO, salvo la Concejal Viviana Farías, que hizo mención al tema en la última sesión del HCD, dijo una palabra ni realizó declaración pública alguna sobre este tema. Una vergüenza. Nadie se quiere enemistar con los medios. Menos, en año electoral. 

En realidad, pareciera que a nadie le molesta “la rueda de la felicidad”. Solo se disputan la potestad de engrasarla. 

Es obvio que no pueden llamar en conferencia a los medios para denunciarlos, pero al menos, publiquen su posición en un documento público, hagan un “live” desde el local partidario que los cobija, no sé, algo que demuestre a la sociedad que son capaces de poner las cosas blanco sobre negro sin temerle a nada ni a nadie y que están listos y con el coraje necesario para acceder al poder y tomar las riendas de un distrito postrado que se encuentra enfrentando el momento más difícil de su historia. 

Lo mío, es hacer mi trabajo. Presentar la información y analizar los hechos.

Usted puede coincidir o no. Eso no me interesa. No quiero colonizarle la cabeza a nadie ni “estoy al servicio” ni hago el trabajo sucio, de ninguna fuerza política. 

No es mi culpa la falta de agallas, el entongue, la rosca y el contubernio, de colegas, políticos y gran parte de la sociedad que se indigna y le pide a uno que denuncie, mientras mira calentito y cómodo desde su hogar sin sufrir las consecuencias.  El famoso “animémonos y vayan”.  

Yo solo hago mi trabajo con el máximo nivel profesional que pueda alcanzar. Siempre he puesto lo mejor de mí, en todo lo que hago. 

Y NO, no somos todos lo mismo.